Cuerpo versus mente.
Hasta hace muy pocos años la medicina tradicional defendía una separación radical entre cuerpo y mente. Se entendía que las enfermedades físicas eran causadas por agentes externos al cuerpo o por anomalías del organismo y los problemas Psicológicos eran algo distinto, que se comprendía poco y mal.
Actualmente las cosas han cambiado mucho, hoy sabemos que el individuo es un conjunto único y global y no se puede separar en partes distintas como si fuera un meccano. Las enfermedades físicas causan dolor, y fuertes reajustes en la vida del individuo, de modo que producen estrés y por tanto, ansiedad, depresión, etc. Incluso algunas enfermedades, como el tiroidismo, causan depresión por el desajuste hormonal que producen en el cuerpo. Algunos fármacos, como aquellos que tratan la hipertensión, también producen cuadros depresivos. Y viceversa, una depresión continuada conduce a trastornos físicos que pueden ser serios, ya que las defensas del organismo se encuentran en su punto mínimo. El estrés continuado conduce a la úlcera de estómago y algunas enfermedades psicológicas, se manifiestan sobre todo a través de síntomas físicos, como dolor de cabeza, lumbago, parálisis de una parte del cuerpo etc.
Queda mucho por investigar y comprender alrededor de la interacción entre lo físico y lo mental, ya que es un nuevo campo de estudio. Sin embargo, algunas relaciones han sido especialmente estudiadas y se conocen bien.
Cáncer y la represión de sentimientos.
Por supuesto existen muchos tipos de cáncer, y no se puede afirmar, ni mucho menos, que todos sean causados por factores psicológicos, pero sí se ha podido determinar sin ningún genero de dudas, que existe un patrón de personalidad, llamado por los especialistas “Tipo C” que lleva aparejado un alto riesgo de contraer la enfermedad. Así mismo, el estilo de afrontamiento, es decir la manera que la persona tenga de encarar la enfermedad, resulta determinante para superarla.
La personalidad Tipo C Se caracteriza por que estas personas reprimen sus sentimientos y exteriorizan difícilmente sus emociones, especialmente la pena y la rabia. Son personas perfeccionistas e introvertidas, que tienden a preocuparse por los demás y culpabilizarse por sus fallos, por esta razón soportan situaciones difíciles sin quejarse ni rebelarse, siendo presa fácil de los desaprensivos. La relación entre esta personalidad y el cáncer, es aún poco clara, estamos lejos de saber cual es el mecanismo que lo produce, solo podemos afirmar que existe una correlación clarísima entre ambos factores que parece tener el sistema inmunológico (pérdida de defensas) como nexo. Curiosamente, este patrón de personalidad, protege de enfermedades coronarias.
Enfrentarse al cáncer:
A la hora de afrontar el cáncer, se han determinado cuatro estilos bien definidos:
Negación. Negarse a ver que uno está enfermo o negar la gravedad de la enfermedad. Se ha demostrado que mientras esto no influya en el seguimiento del tratamiento, es decir, que se respeten las curas y medicinas necesarias, no interfiere negativamente en el proceso degenerativo.
Afrontamiento. La persona se rebela y decide luchar con todas sus fuerzas. Esta es sin duda la mejor postura para superar con éxito cualquier tipo de enfermedad, aunque puede ocasionar un considerable sufrimiento si el proceso es irreversible.
Abatimiento. El enfermo se da por perdido, se deprime y se deja llevar, pierde la esperanza y el proceso de metástasis se acelera.
Aceptación. El enfermo, afronta con serenidad los síntomas, acepta pasivamente el tratamiento y se prepara para lo peor, pero sin dejarse abatir ni perder la esperanza. Es la postura más positiva ante una enfermedad terminal y se requiere mucha entereza para llegar a este proceso mental, que resulta más llevadero si la persona posee firmes creencias religiosas y un apoyo familiar decidido.
Se ha discutido mucho sobre la conveniencia o no de rebelar al enfermo su estado. Los médicos, ante una entrevista que se presiente difícil, a veces determinan dejar esta decisión en manos del psicólogo, que en ningún caso es quien puede y debe informar a la familia ya que no está cualificado para explicar detenidamente todos los aspectos de la enfermedad. Actualmente, la psicología ha llegado a un consenso sobre cual es la mejor postura sobre este tema y es lo que se llama “verdad soportable”. Es decir, nunca se debe mentir porque el enfermo presiente la mentira, pero hasta que punto debe ser informado de la gravedad y las circunstancias, depende mucho de la persona y es una decisión que en cualquier caso debe tomar la familia.
En cualquier caso, hay que decir que el apoyo psicológico, es vital a la hora de superar la enfermedad, tanto para en el enfermo, como para la familia. Incluso ante casos que no tienen solución, afrontar con serenidad lo inevitable es parte importante de los llamados “cuidados paliativos”. La postura de la medicina era que ya no se podía hacer nada por ciertos enfermos, por tanto era mejor dejarles en paz. Hoy en día nadie puede plantearse que sea lo mismo estar solo en una habitación de hospital que rodeado de las persona que le quieren y procurando evitar, en lo posible todo dolor físico y psicológico innecesario.
Enfermedades coronarias y la competitividad.
Esta es la relación mejor y más estudiada entre la enfermedad y personalidad. Corresponde a la típica imagen de un ejecutivo agresivo que a los 50 sufre su primer infarto. Este patrón de personalidad se denomina “Tipo A”, y corresponde a personas competitivas, que siempre intentan abarcar más y más anteponiendo sus objetivos personales a la salud. Este tipo de personas, intentan a toda costa quedar por encima de los demás y de sí mismos, sus metas son tan ambiciosas que nunca las alcanzan, nunca se dan por contentos ni por vencidos, lo cual les genera una considerable ansiedad, que puede traducirse también en desórdenes gástricos. En este caso, la relación entre cuerpo y mente, parece estar en la producción de hormonas que preparan el organismo para la lucha y aumentan el colesterol. Por el contrario, este patrón de conducta es protector del cáncer.
Enfermedades psicosomáticas.
Existen determinadas dolencias físicas, que tienen origen, causa y raíz en un trastorno psicológico. Por tanto no responden a fármacos, no tienen fácil diagnóstico y generan mucha incomprensión por parte del entorno. Estos son los trastornos psicosomáticos.
La enfermedad puede manifestarse como una dolencia crónica, en forma de dolores musculares, de cabeza, trastornos gástricos. Otras veces se caracteriza por un episodio aislado de días o semanas, en el cual una parte del cuerpo (un brazo, una pierna) queda “paralizado”. Incluso un sentido, (la vista, el oído) pueden ser los afectados no funcionando con normalidad.
En estos casos, es raro que el paciente se de cuenta que su trastorno es de origen mental, pero los síntomas no desaparecen más que con el tratamiento psicológico adecuado.
Manifestaciones físicas de la enfermedad mental.
Aquí vemos un cuadro, en el cual se muestran las principales alteraciones que los trastornos mentales (en especial depresión y ansiedad) producen en el organismo. Enfermedades como el asma, el colon irritable, la hipertensión, las úlceras, el acné, se ven seriamente agravadas por el estrés, por lo cual es muy importante que el paciente practique regularmente relajación y aprenda a afrontar los problemas de manera constructiva.
Sistema inmunológico | Competencia inmunológica, cáncer, enfermedades infecciosas, problemas de alergias, de piel… |
Trastornos cardiovasculares | Enfermedad coronaria, taquicardia, arritmia, hipertensión, infarto, angina… |
Trastornos gastrointestinales | Úlcera gastroduodenal, colitis ulcerosa, pilorospasmo, náuseas y vómitos, alteraciones en la evacuación… |
Trastornos respiratorios | Asma bronquial, rinitis alérgica |
Endocrinos | Diabetes, hipertiroidismo |
Dolor crónico | Dolor crónico, cefalea, migraña, artritis reumatoide, dolor sacroiliaco… |
Genitourinarios | Dismenorrea, desórdenes menstruales… |
De la piel | Neurodermatitis, acné, psoriasis, alopecia, prurito, eccema, urticaria… |
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Publicado por Martina Morell Gonzalo en http://www.red-psi.org/articulos/cuerpo-versus-mente/