Fragmento del libro Guía Breve de terapia Breve. Cade, O'Hanlon.
Los padres de una niña de 13 años la controlaban constantemente.
La consideraban poco fiable y cooperativa, agresiva, perezosa e inútil.
Aunque la niña no demostraba tener ninguna motivación para la terapia,
empezó a interesarse cuando el terapeuta le preguntó si estaba dispuesta
a hacerles trampa a sus padres. Con eso estuvo de acuerdo enseguida.
Se le pidió que en la quincena siguiente hiciera algunas cosas
que ella sabía de cierto que les agradarían. Pero iba a hacerlas de un
modo tal que ellos lo ignoraran todo. No dejaría entrever nada, aunque
la interrogaran. Tenía que negar que había hecho algo, aunque
ellos lo conjeturaran correctamente.
Mientras tanto, los padres tendrían que empeñarse en descubrir
qué había hecho su hija, y llevar una lista escrita. Al respecto, podían
conversar entre sí, pero no preguntarle a ella.
En la sesión siguiente, la niña fue entrevistada por separado. Admitió
que, en realidad, no había intentado hacer nada, pero las cosas habían
marchado mucho mejor entre ella y sus padres. Éstos, por su lado, presentaron
una larga lista de lo que creían haber detectado en la conducta
de su hija, destinado a agradarles.
Aparentemente, aunque la jovencita no hizo lo que se le había sugerido,
en sus pautas de conducta normales había suficientes actos no
confrontativos, cooperativos, que por lo general pasaban inadvertidos,
como para que los padres tuvieran la sensación de que las cosas cambiaban.
Desde el punto de vista de la hija, la vigilancia constante de los
progenitores, contra la cual ella por lo común se rebelaba, había adquirido
un nuevo significado como intento de descubrir pruebas de buena
(y no mala) conducta.
Sara Morís González
Psicólogo y Coach en Gijón
www.psicologogijon.com