el ritual ordenado en la primera sesión no es cumplido, le doy a la
pareja un ritual de anulación.
Todas las noches (durante las siguientes dos semanas) la pareja
debe encontrarse en un lugar privado, donde no hayan distracciones
ni interrupciones. Durante los primeros cinco minutos, uno de los
cónyuges (casi siempre el que manifiesta un resentimiento explícito), a quien llamaremos cónyuge A, le dirá a B en qué forma lo había ofendido en el pasado. A hablará en primera persona y enumerará, en un tono tranquilo, sin ira y sin culpar al otro, cómo y cuándo sus sentimientos fueron heridos por B. B escuchará en silencio y no responderá hasta que A haya completado su enumeración.
Al terminar los cinco minutos de A, B recitará lo siguiente: "No me
di cuenta de que te sentías herido (o herida), lo lamento y espero
que algún día me perdones". Después de esta declaración, B le dirá
a A, en los cinco minutos siguientes, las ofensas que ha recibido,
después de lo cual A repetirá: "No me di cuenta de que te sentías
herido (o herida), lo lamento y espero que algún día me perdones".
Este ritual tiene diversos efectos. Primero, requiere que los
compañeros se expresen en primera persona y empiecen a verbalizar sus reacciones más íntimas, y que lo hagan frente al otro. Algunas personas necesitan que les den permiso para expresar sus sentimientos.
Segundo, cuando los cónyuges se ven obligados a hablar en
primera persona empiezan a comprender que ellos deben ser responsables por lo que les pasa. El hecho de hablar en primera persona y de explayarse los ayuda a empezar a salir de la situación de víctimas.
Además, esto siempre implica una reducción implícita del nivel
de acusaciones e insultos en la relación. Algo que hago en mis tratamientos es prohibir las acusaciones y los insultos,, Les explico a las parejas que la ofensa precede a la ira y la ira precede al ataque
y la acusación. Así, los dos integrantes de la pareja se hacen responsables de verbalizar sus resentimientos y su ira antes de que esta última se convierta en acusación o en ataque. A continuación señalo que una vez que la ofensa se ha convertido en ira y ésta en acusación y ataque, el ofendido se retrae inmediatamente y se vuelve sordo a las quejas de su compañero. Cuando hay mucha resistencia a dejar de atacar, le hago notar al cónyuge resistente que la mejor manera de asegurarse de que será escuchado es culpar y atacar. Si esto no resulta, puedo llegar a decirle al atacante que está simplemente repitiendo la forma en que sus padres lo trataron, y que él sabe muy bien cuán penosas y lacerantes esas experiencias fueron para él en el pasado.
Tercero, al hacer que la pareja comparta su lista de ofensas
pasadas durante un período de dos semanas, el ritual les aporta importante información, a) Cada uno se entera de cómo su conducta afectó e hirió al otro; b) si uno de los dos ha "almacenado" rencores, tiene la oportunidad y el tiempo necesarios para empezar a "descargarse"; c) los cónyuges se dan cuenta de que pueden verbalizar sus ofensas, se dan cuenta de cómo participaron en ellas, hablan del tema y perdonan.
Es muy frecuente que a los cónyuges les sorprenda enterarse
de cuáles fueron los comportamientos que hirieron u ofendieron
a su compañero. De este modo, el ritual ayuda también a compartir
la información, creando una situación eh la cual cada uno toma
conciencia de las susceptibilidades del otro. A veces les pido a los
esposos que anoten sus listas de rencores y las lleven a la sesión si
guíente. Estas listas proporcionan un rico material para continuar
trabajando. Si son capaces de confeccionar sus listas, pero incapaces de cumplir con el ritual del perdón, les sugiero que lo lleven a cabo en la sesión misma, donde se sienten más seguros.
Mientras la pareja cumple con el ritual de la sesión, los estimulo a hablar y comunicarse sus sentimientos más íntimos usando siempre la primera persona, el yo. Las parejas necesitan pensar y verbalizar en primera persona del singular, decir "yo1 ', porque la mayoría de las personas "no entrenadas" parecen tener Una fuerte tendencia a
atacar a las personas que visualizan como peligrosas. Hasta el autor, que desde hace años enseña a sus pacientes a usar el "yo", suele cometer algún desliz y caer en un ataque. Usar el "yo" requiere práctica, y hay que decírselo a los pacientes.
Cuarto, el ritual le brinda a la pareja una oportunidad de apreciar
ios beneficios de ponerse en contacto con el otro, y señala que
hace falta un foro en la relación para que los dos integrantes de la
pareja puedan sentarse y discutir.
Muchos son los beneficios que proporciona este ritual, y de
hecho las parejas adoptan diferentes aspectos del mismo y usan lo
que consideran útil para ellas. Para el terapeuta, el ritual es un
medio poderoso y concreto de iniciar el "proceso de apertura"
necesario para trabajar con parejas resentidas.
Este es uno de los rituales que aparece en el libro de Joel F. Bergman. Pescando Barracudas. Pragmática de la Terapia Sistémica Breve. 1985. Nueva York.
pareja un ritual de anulación.
Todas las noches (durante las siguientes dos semanas) la pareja
debe encontrarse en un lugar privado, donde no hayan distracciones
ni interrupciones. Durante los primeros cinco minutos, uno de los
cónyuges (casi siempre el que manifiesta un resentimiento explícito), a quien llamaremos cónyuge A, le dirá a B en qué forma lo había ofendido en el pasado. A hablará en primera persona y enumerará, en un tono tranquilo, sin ira y sin culpar al otro, cómo y cuándo sus sentimientos fueron heridos por B. B escuchará en silencio y no responderá hasta que A haya completado su enumeración.
Al terminar los cinco minutos de A, B recitará lo siguiente: "No me
di cuenta de que te sentías herido (o herida), lo lamento y espero
que algún día me perdones". Después de esta declaración, B le dirá
a A, en los cinco minutos siguientes, las ofensas que ha recibido,
después de lo cual A repetirá: "No me di cuenta de que te sentías
herido (o herida), lo lamento y espero que algún día me perdones".
Este ritual tiene diversos efectos. Primero, requiere que los
compañeros se expresen en primera persona y empiecen a verbalizar sus reacciones más íntimas, y que lo hagan frente al otro. Algunas personas necesitan que les den permiso para expresar sus sentimientos.
Segundo, cuando los cónyuges se ven obligados a hablar en
primera persona empiezan a comprender que ellos deben ser responsables por lo que les pasa. El hecho de hablar en primera persona y de explayarse los ayuda a empezar a salir de la situación de víctimas.
Además, esto siempre implica una reducción implícita del nivel
de acusaciones e insultos en la relación. Algo que hago en mis tratamientos es prohibir las acusaciones y los insultos,, Les explico a las parejas que la ofensa precede a la ira y la ira precede al ataque
y la acusación. Así, los dos integrantes de la pareja se hacen responsables de verbalizar sus resentimientos y su ira antes de que esta última se convierta en acusación o en ataque. A continuación señalo que una vez que la ofensa se ha convertido en ira y ésta en acusación y ataque, el ofendido se retrae inmediatamente y se vuelve sordo a las quejas de su compañero. Cuando hay mucha resistencia a dejar de atacar, le hago notar al cónyuge resistente que la mejor manera de asegurarse de que será escuchado es culpar y atacar. Si esto no resulta, puedo llegar a decirle al atacante que está simplemente repitiendo la forma en que sus padres lo trataron, y que él sabe muy bien cuán penosas y lacerantes esas experiencias fueron para él en el pasado.
Tercero, al hacer que la pareja comparta su lista de ofensas
pasadas durante un período de dos semanas, el ritual les aporta importante información, a) Cada uno se entera de cómo su conducta afectó e hirió al otro; b) si uno de los dos ha "almacenado" rencores, tiene la oportunidad y el tiempo necesarios para empezar a "descargarse"; c) los cónyuges se dan cuenta de que pueden verbalizar sus ofensas, se dan cuenta de cómo participaron en ellas, hablan del tema y perdonan.
Es muy frecuente que a los cónyuges les sorprenda enterarse
de cuáles fueron los comportamientos que hirieron u ofendieron
a su compañero. De este modo, el ritual ayuda también a compartir
la información, creando una situación eh la cual cada uno toma
conciencia de las susceptibilidades del otro. A veces les pido a los
esposos que anoten sus listas de rencores y las lleven a la sesión si
guíente. Estas listas proporcionan un rico material para continuar
trabajando. Si son capaces de confeccionar sus listas, pero incapaces de cumplir con el ritual del perdón, les sugiero que lo lleven a cabo en la sesión misma, donde se sienten más seguros.
Mientras la pareja cumple con el ritual de la sesión, los estimulo a hablar y comunicarse sus sentimientos más íntimos usando siempre la primera persona, el yo. Las parejas necesitan pensar y verbalizar en primera persona del singular, decir "yo1 ', porque la mayoría de las personas "no entrenadas" parecen tener Una fuerte tendencia a
atacar a las personas que visualizan como peligrosas. Hasta el autor, que desde hace años enseña a sus pacientes a usar el "yo", suele cometer algún desliz y caer en un ataque. Usar el "yo" requiere práctica, y hay que decírselo a los pacientes.
Cuarto, el ritual le brinda a la pareja una oportunidad de apreciar
ios beneficios de ponerse en contacto con el otro, y señala que
hace falta un foro en la relación para que los dos integrantes de la
pareja puedan sentarse y discutir.
Muchos son los beneficios que proporciona este ritual, y de
hecho las parejas adoptan diferentes aspectos del mismo y usan lo
que consideran útil para ellas. Para el terapeuta, el ritual es un
medio poderoso y concreto de iniciar el "proceso de apertura"
necesario para trabajar con parejas resentidas.